¿Te gustan las fiestas intensas y
con gran gentío? ¿Quizá prefieres la tranquilidad y perderte por la zona vieja
de ciudades históricas como Pamplona? ¿Buscas un lugar especial tanto por su
historia como por su ambientación? Si vas a visitar la ciudad de Pamplona, el
Hotel la Perla puede ser el lugar perfecto, entonces, para que disfrutes no
solo de la ciudad, sino también de tu alojamiento y de la historia que guardan sus paredes.
Con un claro aspecto bohemio,
cuidado y perfectamente ambientado, al través de una arquitectura de los
sentidos, donde se juegan con elementos como la luz, la escenografía de las
habitaciones, los sonidos de la calle, los olores a historia y tradición,
incluso el sabor de lo singular, el Hotel la Perla, en pleno corazón pamplonés
resume toda una época y una forma de vida en cada uno de sus rincones.
Más allá de los atractivos que
presenta una ciudad como Pamplona, tanto por sus famosos y multitudinarios San
Fermines, como por su tranquilidad, su sosiego y su acontecer diario el resto
del año, esta ciudad es un lugar obligado de visita para todos aquellos que
amamos la historia, la cultura y la perfecta simbiosis entre lo moderno y lo
tradicional.
Pamplona es la ciudad de las
emociones, de las tragedias y también de lo sublime. Al través de sus callejas,
estrechas e intrincadas de su casco viejo, vamos descubriendo matices que se
transforman en hondas emociones. Los colores de una ciudad, los sonidos, a
veces los silencios, los olores y todo aquello que se percibe más allá de la mirada,
es en Pamplona una mágica realidad.
En pleno corazón de tan hermosa
ciudad, el Hotel La Perla simboliza como ningún otro edificio o lugar de la
ciudad, todo aquello descrito hasta el momento. Es un lugar de reliquias, donde
cruzar el umbral de su puerta supone volver en el tiempo cincuenta años.
Emblemático hotel de Pamplona, en
1959 llegó hasta este lugar un desaliñado americano admirado por la titánica
lucha entre las bestias y el hombre al través de los llamados “Encierros de San
Fermin”.
Cuentan las crónicas que era un
tipo desaliñado, desatendido en sus formas, apenas hablaba español. Su inglés
era marcadamente americano y no tenía dinero ni para pagar la habitación de
hotel que necesitaba.
Conmovidos los dueños, le
cedieron una de las habitaciones más sobrias y pequeñas que tenía aquel hotel de Pamplona,
bajo la promesa de pagar más adelante.
Pues bien, aquel tipo americano
de pelo canoso y aspecto descuidado, obedecía al nombre de Ernest Hemingway.
Se dice que al cabo de un tiempo, con el dinero de uno de sus libros, volvió al
Hotel la Perla a pagar la deuda que tenía.
Lo cierto es que uno no sabe
dónde termina lo real y donde comienza lo mágico. Sea como fuere el Gran Hotel
La Perla fue residencia aquel primer año y otros sucesivos del gran escritor
americano.
En honor a tal estancia, aún hoy
se sigue conservando la antigua habitación 217 tal cual la ocupo durante
aquellos años Hemingway.
Este hotel es de los pocos
lugares que conservan la memoria del paso del escritor. En este sentido
podríamos citar también El Café Iruña, en la céntrica Plaza del Castillo, donde
se conserva el lugar que solía ocupar.
El Hotel La Perla es un lugar
mágico se mire por donde se mire. Unos espacios cuidadosamente dispuestos para
que podamos sentir esa Pamplona de Hemingway que todos imaginamos en blanco y
negro. Un lugar, como tantos pero como ninguno, que merece la pena conocer,
disfrutar y habitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario