Gruesos muros apuntalados por recios tabiques de sujección, cantería labrada en las paredes, camas con doseles, suelos de barro cocido, camas y utilitarios de forja. Un lugar romántico y de cuento donde podemos dormir y en el que podemos retroceder cuatro siglos
cada vez que accedemos a su interior.
El Hotel Posada Dos Orillas ocupa una situación privilegiada
en tan laureada ciudad trujillana. A menos de 500 metros podemos encontrar la explendorosa e histórica
Plaza Mayor o a tan solo unos minutos caminando la zona antigua de la ciudad,
donde podremos sentir el peso la historia que tanto y tan profundo ha marcado
esta ciudad y el devenir histórico del Imperio Español.
Además, tenemos relativamente cerca otras ciudades con una importante impronta en cuanto a su patrimonio histórico como puede ser Cáceres, a unos 50 kilómetros o
las ciudades de Mérida y Guadalupe.
Si además de la historia, nos gusta la naturaleza, señalar
que el Parque Natural de Monfrague está a unos 30 Kilometros.
Del atractivo
turístico de Trujillo, tierra con profunda tradición de conquistadores
españoles, no vamos a hablar. De todos son conocidos sus monumentos, su casco
antiguo y todo lo que una ciudad como ésta ha supuesto cultural y militarmente.
Centrándonos en El Hotel Posada Dos Orillas que nos ocupa, podríamos decir que
el edificio presenta un gran esfuerzo en cuanto a la decoración y los detalles.
Asistimos a un edificio ambientado en la más singular y pura tradición
castellana. Podemos deleitarnos, de este modo, con muebles del Siglo XVI o
pinturas antiguas repartidas por todas las estancias, incluso en las propias
habitaciones se juega con lo tradicional en el uso de jofainas o braseros, por
ejemplo, con la comodidad y el exotismo de jacuzzis en algunas de sus
habitaciones.
Otro valor añadido de este singular hotel son los eventos y
actividades que realiza. Este mágico hostal organiza distintas excursiones y
actividades tanto por la ciudad de Trujillo como por sus alrededores.
Mención aparte merece la apreciada y admirada oferta
gastronómica del hotel y del jardín
interior donde podemos asistir a representaciones teatrales, declamación de
poemas e, incluso, en épocas de estío podemos cenar a la luz de las velas y las
estrellas.
Si verdaderamente nos interesa lo histórico o queremos
visitar Extremadura, merece la pena visitar esta ciudad y este lugar, así sea
de paso, ya que es uno de esos sitios con auténtica mágia, un lugar embriagador
que nos hechiza nada más poner un pie encima.
Un espacio mágico y con un encanto inusitado y unos lugares, unos rincones donde parece haberse detenido el
tiempo y donde las visitas, a buen seguro, sabrán sentir el hechizo de los
espacios, y el valor de lo auténtico.
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